Testosterona contra el envejecimiento: riesgos y beneficios de una hormona controvertida

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“Se ha considerado la testosterona como la hormona de la eterna juventud”, explica el doctor Juan Manuel Corral, consultor en uroandrología. ¿Hasta qué punto esa consideración es acertada?

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“La testosterona es un ingrediente de corta duración en el cóctel celestial, que se puede usar para mejorar el rendimiento en multitud de situaciones, incluidas entrevistas de trabajo, reuniones sociales, negociaciones y presentaciones. Sin embargo, hay que tener en cuenta también que puede nublar tu juicio y afectar negativamente a tu control de impulsos”. Así vende esta hormona David J. Phillips, coach y gurú de la comunicación (sin formación sanitaria) en su libro acabado de publicar, Las 6 hormonas que van a revolucionar tu vida (Planeta).

El propio contenido del volumen, hormonas para revolucionar la propia existencia, da una idea de lo que está aconteciendo actualmente con esta sustancia: se percibe como un elixir. “Se ha considerado la testosterona como la hormona de la eterna juventud”, explica a La Vanguardia el doctor Juan Manuel Corral, consultor en uroandrología del Hospital Clínic de Barcelona. ¿Hasta qué punto esa consideración es acertada?

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Qué es y qué funciones hace esta hormona

La testosterona es una hormona esteroide del grupo de los andrógenos, que tiene un papel fundamental en el desarrollo y mantenimiento de las características sexuales masculinas. Aunque es producida principalmente por los testículos en los hombres, también se encuentra en menor cantidad en los ovarios de las mujeres y en las glándulas suprarrenales de ambos sexos, como explica el diccionario médico de la Clínica Universidad de Navarra. “Entre sus funciones más relevantes se encuentran la promoción del crecimiento y desarrollo de los órganos sexuales masculinos, la aparición y mantenimiento de características sexuales secundarias, como el vello facial y corporal, la voz grave y la distribución de la grasa corporal, así como la regulación de la función sexual y la fertilidad”. Los niveles de testosterona se regulan a través de la hipófisis, que es una glándula en el cerebro.

Como dice el doctor Corral, que también es secretario general de ASESA, Asociación Española de Andrología, “la testosterona juega un papel muy importante en el organismo del varón porque permite desarrollar las características sexuales secundarias, darle el aspecto de varón, y tiene un papel relevante en la fertilidad. Sin testosterona no se pueden producir espermatozoides, e interviene también en la conservación de la masa muscular y ósea, prevenir la osteoporosis del varón, y una serie de efectos beneficiosos”.

A partir de los 60 años, un 20 o 30% de pacientes aproximadamente tendrán niveles por debajo de lo normal

Juan Manuel CorralUroandrólogo

En la llamada andropausia o menopausia del varón se da una falta de esta hormona. “A partir de los 40 o 45 años empieza a disminuir de forma natural, con una tasa de un 0,4 a un 1% por año. A partir de los 60 años, un 20 o 30% de pacientes aproximadamente tendrán niveles por debajo de lo normal, y a partir de los 80 años casi el 50 o 60%, apunta Corral, quien añade otra consideración. “Una cosa es tener los niveles de testosterona bajos, otra cosa es tener hipogonadismo: esto implica unos síntomas clínicos que suponen un problema para la salud”.

El descenso de la testosterona ligado a la edad, “es muy progresivo y variable, y eso hace difícil establecer si hay un hipogonadismo. Además, la correlación entre niveles síntomas no es muy buena: personas con niveles bajos de testosterona pueden no tener síntomas, y otros con mejores niveles, tener más problemas”, explica Mireia Mora, endocrinóloga del Hospital Clínic y miembro del Grupo Gónada, Identidad de Género y Diferenciación Sexual de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN). 

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Factores como la obesidad, la diabetes o fármacos como los opioides y antidepresivos pueden influir en los niveles de testosterona, como los corticoides o el tratamiento del VIH, además de factores como tener un estrés muy acusado o una pérdida de peso importante. “Estas situaciones pueden ser reversibles y transitorias, y en estos casos no se debe intervenir con testosterona”, según Mora.

¿Cuándo está indicado suministrarla?

Según indican las fuentes médicas consultadas, solamente se debería apostar por los tratamientos de reemplazo de testosterona en personas que tengan unos niveles bajos de testosterona asociados a unos síntomas, es decir, tengan hipogonadismo clínico. La disminución del deseo sexual es uno de esos síntomas más habituales y el que más consultas genera, pero no el único. “Otras señales son el cansancio, la falta de energía, no tener ganas de hacer las cosas que antes hacían, la pérdida de masa muscular y de masa ósea, estados de depresión, astenia, diabetes…”, cuenta Corral.

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En estos casos se puede valorar la terapia de reemplazo de testosterona, que se puede administrar a través de geles que se aplican con la mano —en zonas del cuerpo donde no haya vello— o mediante un dispositivo que ayuda a su extensión en la zona indicada. Otra vía de administración es el tratamiento intramuscular de liberación mantenida —que puede durar unos meses—. Los geles son el formato más usado, ya que se pueden retirar de forma sencilla y son fáciles de dosificar y variar de dosis.

Para Manuel Castillo, catedrático de Medicina de la Universidad de Granada y presidente del Comité Científico de la SEMAL, Sociedad Española de Medicina Antiaging y Longevidad, podemos considerar unos niveles de testosterona propios de cada edad, e “intentar que estén un poco mejor o más elevados que los correspondientes a la franja que nos corresponde. Un paciente con 70 años, puede intentar tener los niveles de testosterona de una persona de 50 evaluando las manifestaciones clínicas. Su libido, por ejemplo, puede mejorar”.

Un paciente con 70 años, puede intentar tener los niveles de testosterona de una persona de 50. Su libido, por ejemplo, puede mejorar”

Manuel CastilloCatedrático de Medicina y presidente del Comité Científico de la SEMAL, Sociedad Española de Medicina Antiaging y Longevidad

Además, como indica la endocrinóloga, antes de optar por un tratamiento con esta hormona, debe descartarse una patología que pueda justificar esos niveles bajos de testosterona. “Si hay un problema en el testículo -por una enfermedad, operación o problema de desarrollo- tendríamos una causa de testosterona baja, sería un hipogonadismo primario (porque el problema está en el testículo). Si el problema está en la hipófisis, sería un hipogonadismo secundario. Como endocrinos debemos descartar estas situaciones antes de dar un tratamiento”.

Testosterona contra el envejecimiento: efectos secundarios y riesgos

La terapia de reemplazo de testosterona de forma médica o el uso de esta sustancia a través del mercado negro es cada vez más habitual, no solamente en personas mayores, sino también en población de 30 o 40 años, que quieren estimular la producción de músculo, conseguir una estética rejuvenecida, o mejorar la potencia sexual. Incluso la población todavía más joven hace un (mal) uso estético de esta sustancia. “Un 6,6% de adolescentes norteamericanos usan o han usado suplementación con testosterona, según un estudio reciente. No son conscientes de que el empleo no indicado de testosterona tiene sus efectos secundarios”, cuenta el doctor Corral. Y no solo en jóvenes, sino también en edades avanzadas se conocen efectos perjudiciales.

La infertilidad es uno de los principales efectos secundarios. “Cuando hay mucha testosterona, la hipófisis dice al testículo que descanse (inhibe su actividad), y eso produce infertilidad, porque hay menos testosterona endógena, menos capacidad de producir espermatozoides”, explica Mora. En este mismo sentido, comenta Corral, “la testosterona es el mejor anticonceptivo masculino. El tratamiento te deja infértil si lo usas de forma continuada, ya que anula la producción de espermatozoides. Lo que se consigue es una atrofia de los testículos, y puede que la persona acabe necesitando terapia de reemplazo de por vida”.

Cuando hay mucha testosterona, la hipófisis dice al testículo que descanse, y eso produce infertilidad. Hay menos capacidad de producir espermatozoides

Mireia MoraEndocrinóloga

Otro efecto secundario es “un aumento de los glóbulos rojos, que da una sangre más viscosa y  se puede relacionar con algún evento trombótico”, apunta Mora, quien añade que está muy discutido el riesgo cardiovascular —riesgo de ictus o infarto—. “La evidencia no está clara, un estudio publicado en The New England Journal of Medicine vio que en personas mayores que usaban testosterona en gel, no había más riesgo de infarto, pero sí trombosis”.

Se ha descrito un riesgo de la suplementación con testosterona relacionado con el cáncer de próstata. “Si la persona tiene un cáncer de próstata incipiente, este se acelera, y por eso hay que hacer pruebas antes para comprobar que no haya tumores”, apunta Castillo, quien matiza también que “existe controversia sobre si la administración de testosterona determina la aparición de un nuevo cáncer". 

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Entre otros posibles efectos secundarios se encuentra también el aumento de la agresividad y de las conductas de riesgo, a los que hay que añadir el riesgo que conlleva el uso o consumo de productos “que se compran en el mercado negro. Según qué tipo de preparados pueden estar adulterados y poco controlados”, apunta Mora.

“No debemos considerar la testosterona como el elixir de la juventud. Algunos de los síntomas pueden mejorar, pero no otros, como por ejemplo la vitalidad en personas mayores”, añade la especialista en endocrinología, a quien se suma Castillo con otra reflexión a tener en cuenta. “Tratar el déficit de testosterona no significa que uno vaya a estar mejor en todos los sentidos. Con la edad disminuye la funcionalidad a múltiples niveles, pero algunos de estos aspectos no están ligados con esta sustancia”, dice el especialista de la SEMAL.

No debemos considerar la testosterona como el elixir de la juventud

Mireia MoraEndocrinóloga

Por eso hay que valorar también las alternativas. En el caso de la disfunción eréctil, por ejemplo, si es un problema derivado de la edad, “podría haber tratamientos alternativos —inhibidores de la fosfodiesterasa, como la Viagra”, dice Mora.

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