No salía apenas en los medios de comunicación, pero Cristina Macaya, recién fallecida a los 77 años a causa de un cáncer, ha sido una de las artífices de que los veranos de Mallorca se situaran en el centro de la atención informativa europea y en ocasiones internacional. Una persona prácticamente desconocida para el gran público –poco ha salido en programas de televisión y casi menos en las revistas del corazón–, su muerte simboliza el fin de una época en la isla, cuando la corte nacional se trasladaba de Madrid a Mallorca y la isla recibía a la mitad de la realeza europea.
Macaya, gran amiga del rey Juan Carlos, poseía una casa junto a Palma, Es Canyar, por la que han pasado personalidades de todo tipo. En aquellos años en que Marivent se convirtió en la mejor embajada de España en el extranjero, Macaya rivalizaba en poderío con su amigo real con fiestas en la finca de es Canyar a las que invitaba a los grandes nombres de España y del mundo. Por allí han pasado Michael Douglas, Valentino, Claudia Schiffer o Jack Nicholson, pero también Bill Clinton o Felipe González, el escritor Carlos Fuentes o el responsable del Projecte Home Tomeu Català.
Macaya reunía a estas personalidades en sonadas fiestas en su casa y el Rey recibía a la mitad de las casas reales de Europa y del mundo en Marivent. Visitaron la isla los reyes de Noruega, los de Bélgica, Isabel II de Inglaterra, los grandes duques de Luxemburgo, los emperadores de Japón, el rey de Tailandia, Hassan II de Marruecos, Hussein de Jordania… De entre la realeza, la imagen más mediática fue la de Lady Di y Carlos de Inglaterra con sus hijos, en un famoso posado sentados en las escalinatas de Marivent y después en el yate Fortuna .
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Además de la del matrimonio formado por Bill y Hillary Clinton, también son recordadas las estancias de George Bush, Michelle Obama y sus hijas, Mijail Gorbachov y su mujer y hasta el presidente venezolano Hugo Chávez, en un encuentro que sirvió para limar asperezas diplomáticas después de aquel famoso “¿por qué no te callas?” de don Juan Carlos.
Aquellos años dorados en los que Mallorca rivalizaba con Mónaco y otros enclaves estratégicos del glamur mediterráneo forman parte de la historia del veraneo español de las últimas décadas. La muerte de Cristina Macaya es el símbolo del fin de esos meses estivales mallorquines en los que no era infrecuente encontrarse al rey Juan Carlos circulando en moto por la isla o comiendo en un restaurante en Pórtals, a la reina Sofía de compras por Palma con su hermana Irene y unos jóvenes príncipe e infantas por Gomila, la zona de ocio nocturno de la época.
Los reyes Felipe y Letizia siguen manteniéndose fieles a esta tradicional cita estival, donde suelen pasar unos días de sus vacaciones veraniegas. Aprovechan su estancia en la isla para asistir a la Copa del Rey de vela, realizar el posado familiar veraniego, recibir al presidente del Gobierno en Marivent e invitar a cenar a la sociedad civil de la isla, en un acto que cada año congrega a más gente. También la reina Sofía sigue siendo fiel a ese trozo de paraíso.