A Biden y Trump se les va a hacer muy largo

Diarios del Tío Sam

Sin pretender restar méritos al honroso resultado logrado por la exembajadora Nikki Haley en las elecciones primarias de Nuevo Hampshire, parece evidente que Donald Trump tiene todos los números para alcanzar la nominación republicana a la presidencia por tercera ocasión consecutiva. Una victoria de Haley en las primarias del estado del que fue gobernadora, Carolina del Sur, alargaría unos días su campaña, pero todo apunta a que el llamado supermartes, el conjunto de elecciones primarias y caucus que se celebrará el 5 de marzo, conferirá al atezado expresidente la oportunidad de volver a disputar la Casa Blanca al actual titular, Joe Biden.

Del lado demócrata tampoco se esperan sorpresas. Su avanzada edad sugería en el 2020 que Biden sería un presidente de un solo mandato, pero finalmente se ha acogido a la tradición del último medio siglo por la que todo presidente aspira a la reelección a la que constitucionalmente tiene derecho. Hay que remontarse al mes de marzo del convulso 1968, en plena guerra de Vietnam, para encontrar a un presidente, Lyndon Johnson, que renunció a presentarse de nuevo. Los siguientes presidentes lo han intentado todos, algunos con éxito (Richard Nixon, Ronald Reagan, Bill Clinton, George Bush hijo, Barack Obama) y otros no (Gerald Ford, Jimmy Carter, George Bush padre y Donald Trump).

An attendee during a campaign event with former US President Donald Trump, not pictured, at Big League Dreams Las Vegas in Las Vegas, Nevada, US, on Saturday, Jan. 27, 2024. Trump's back-to-back wins in Iowa and New Hampshire have prompted US President Joe Biden to accelerate his campaign and try to reverse dim perceptions of his leadership. Photographer: Ian Maule/Bloomberg

Una seguidora de Trump protesta contra la “caza política de brujas”

Ian Maule / Bloomberg

En todo caso, la experiencia de esta convocatoria es totalmente atípica, con un expresidente que ganó las elecciones del 2016 en buena lid democrática, a pesar de que su rival le sacó tres millones de votos populares, y que perdió irremisiblemente las elecciones del 2020, pese a lo cual –y aquí viene la anomalía– no sólo se negó a admitir su derrota, sino que persuadió a parte de sus compatriotas, contra toda prueba o evidencia, de que esos comicios habían sido fraudulentos.

Mientras tanto, antes, durante y después de su mandato presidencial, Trump ha acumulado un historial presuntamente delictivo ciertamente impresionante, con casi un centenar de cargos acusatorios y con cada vez más frecuentes visitas a los tribunales de justicia. Esto tampoco tiene precedentes; para lo que a sus detractores es la prueba de que estamos ante un delincuente en serie, para sus partidarios parece en cambio demostrar que es una víctima del sistema. Hasta ahora, en efecto, ha dado la sensación de que cada paseíllo judicial de Trump aumentaba su popularidad en los sondeos de opinión e incrementaba los fondos para financiar su campaña.

Para los partidarios de Trump su historial judicial parece demostrar que es una víctima del sistema

La duda es si seguirá siendo así a lo largo de los nueve interminables meses que restan para las elecciones presidenciales, previstas para el 5 de noviembre. La agenda del presidente Biden estará dominada por acontecimientos ciertamente preocupantes, como, entre otros muchos, los conflictos internacionales en curso y los que puedan surgir, el impacto de la emergencia climática, el reto y eventual regulación de la inteligencia artificial, la evolución del paro, la inflación y los tipos de interés o la inseguridad ciudadana, todo ello con el trasfondo de su avanzada edad y de la incesante pugna con el Congreso, que en un año electoral puede acarrear fácilmente una parálisis de la acción de Gobierno.

Pero, ¿qué decir de la agenda penal de Trump? Fraudes contables, abusos sexuales, difamaciones, sobornos, abusos de poder, obstrucción de la justicia, violaciones de la seguridad nacional por la apropiación indebida y conservación ilícita de documentos oficiales, atentados contra la normativa electoral, insurrección y sedición por el aliento a la invasión del Capitolio del 6 de enero del 2021, la lista es interminable. Aunque el magnate neoyorquino apele previsiblemente todas y cada una de las eventuales condenas hasta el Tribunal Supremo, el potencial desgaste parece evidente. Y, con la nominación asegurada, ya no estará equilibrado por los eventuales triunfos electorales en una campaña de primarias prematuramente concluida.

Por supuesto, aún quedan innegables focos de interés, como las convenciones nacionales del verano que se celebrarán en Milwaukee (republicana) y en Chicago (demócrata), quiénes serán los candidatos a la vicepresidencia –especialmente el o la que escoja Trump– y, por supuesto, los tradicionales debates televisados mano a mano del otoño. Pero se nos antoja que el proceso puede hacerse muy largo para los dos candidatos y para todo el mundo.

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